Solo los trabajadores y trabajadoras pueden superar la crisis de la nación.

 

Solo los trabajadores y trabajadoras pueden superar la crisis de la nación.

 

Este 18 de marzo se da un nuevo episodio de la permanente movilización que las fuerzas sociales y populares del país han sostenido durante los último 20 años. En esta oportunidad bajo el liderazgo del bloque progresista y liberal y en medio del quiebre orgánico de la salida que estas fuerzas políticas han planteado a la larga crisis del capitalismo colombiano; también, del éxito relativo de la acción conservadora y efectiva del establecimiento capitalista colombiano[1]para contener las limitadas reformas y los pequeños cambios que el programa progresista ha planteado a los millones de trabajadores y trabajadoras que mueven la sociedad colombiana.

La profunda crisis que experimenta el capitalismo colombiano se explica por la incapacidad de las clases capitalistas del país de construir un proyecto de desarrollo nacional para los millones de trabajadores y trabajadoras del país; razón por la cual, la vida material  de los colombianos y colombianas que dependen diariamente de la venta de su fuerza de trabajo  se reduce al tedio, la desesperación e incertidumbre que conlleva el mal vivir cotidiano en una nación que se hunde en medio de la precarización de las condiciones materiales de su clase obrera, la cual al tiempo que ha visto a largar de forma indiscriminada su jornada laboral, ha sufrido la depreciación de sus ingresos laborales y la perdida de sus garantías sociales  por vía de la mercantilización indiscriminada de sus bienes de uso colectivo.

Por esta razón, la clase trabajadora del país  generación tras generación ha visto palidecer sus esperanzas de un mejor vivir y comprobado los límites de las tradicionales fuerzas políticas del establecimiento colombiano para solucionar su lamentable situación, para si quiera, restablecer los mínimos sociales que décadas de contra reformas laborales han usurpado a los proletarios y proletarias del país.

Así, en la actualidad el proletariado colombiano subsiste en preocupantes condiciones de precariedad, difíciles de negar por parte de los técnicos y políticos que defienden el régimen económico y laboral del país. Pues, de los 39, 9 millones de  personas que conforma la clase trabajadora  en  Colombia, 25,6 millones participan activamente del precario mercado laboral colombiano, de los cuales 23,1 millones logran algún nivel de ocupación laboral y entre está proporción de población obrera 1,6 millones se encuentran en condiciones de sub ocupación y 12,7 millones reproducen sus vidas laborales en condiciones de informalidad y precariedad laboral.[2]

La población desempleada del país asciende a 2,5 millones de personas y 1,7 millones de trabajadores más,  aunque quieren, no pueden acceder a empleos ni ocupación laboral, por lo cual mantienen sus expectativas económicas en la parálisis total y al margen del mercado laboral.

Así, el rigor de la mala calidad del empleo y la ocupación laboral producido como consecuencia de una estructura productiva obsoleta e inviable para jalonar la producción de valor social y desarrollo económico nacional, castiga con mayor contundencia a la juventud colombiana educada y no educada  y a las mujeres trabajadoras del país, sectores de población que conforman en mayor proporción los segmentos de trabajadores y trabajadoras en estancamiento productivo en el país.

Aun más, aunque parte considerable de los trabajadores del país cuentan con niveles de educación básica en materia escolar y formación técnica,  su fuerza laboral es absorbida en múltiples actividades de poco valor y capacidad productiva, condiciones regresivas que impiden consolidar un proyecto productivo y laboral acorde a las necesidades que el país ejerce en materia de progreso económico, social y cultural. La realidad de la clase trabajadora es de una fatalidad enorme porque por lo menos 17, 2 millones colombianos y colombianas padece de la su utilización y precariedad laboral.

En este marco, resulta paradójico que se suceda de forma  estridente la propaganda con la cual las fuerzas progresistas acompañan los pequeños logros de su política social, pues pese  a sus grandilocuentes esfuerzos  el proletariado colombiano no ha podido superar en lo mínimo su condición de precariedad educativa y aun 33% , de colombianos y colombianas subsiste con $14 500 pesos al día, si discriminamos mensualmente la línea de pobreza monetaria de $435 375 fijada para el año 2024. Una lamentable realidad producida en décadas de desgobierno, pero instrumentalmente utilizada por el oportunismo progresista, sin resultados mínimos a favor de la clase obrera.

La perdida de derechos y garantías sociales de la mayoría trabajadora del país se hace más profunda en términos objetivos a medida que el capitalismo dependiente y regresivo del país se degrada cada día más, y que los pálidos esfuerzos reformistas sucumben frente a la actitud esquiva y reaccionaria de quienes se han apropiado del conjunto de fuerzas  productivas de la sociedad y que indiferentemente optan por mantener y naturalizar el injusto orden de cosas que determina la contradictoria realidad de nuestra nación.

Está realidad pesa como yunque en los trabajadores sobrantes e informales, pues cuentan con poca oportunidad para acceder a garantías institucionales y poder gestionar la defensa de sus derechos laborales, sociales y económicos en los campos y ciudades de nuestro país; con el agravante de que la superación de está situación se hace cada vez menos probable, debido a que las salidas que se proponen no dejan de ser meros esfuerzos paliativos  de poco alcance estructural, que no logran ser alternativas sostenibles para superar el contenido social que asume la larga crisis del capitalismo colombiano en nuestros días; y a qué el volumen de fuerza de la población trabajadora organizada y en lucha no logra desenvolverse en mayorías absolutas contras las fuerzas retardatarias que viven de sus condiciones de explotación.

A si, incluso la mínima democracia popular y social no puede ser realizada en nuestro país y los esfuerzos más loables tienden a estrellarse contra el sagrado muro de los derechos del capital, sin importar que tan humana y racional se quiera hacer su desenfrenada naturaleza. Por esta razón, en el actual escenario de profunda lucha y crisis social, los trabajadores y trabajadoras del país deben recordar que son las manos que mueven el mundo y que solo mediante su organización y lucha puede ser superada la crisis de la nación, consolidarse un proyecto de desarrollo productivo de la nación y de verdadera democracia obrera y popular que permita condiciones buen vivir para las mayorías obreras del país.

 

Trabajadores y trabajadoras del mundo en unidad y lucha.

Los trabajadores y trabajadoras mueven el mundo.

A construir la Asamblea Nacional y Popular.

[1] Representado en las  asociaciones de los grandes gremios económicos (ANDI, SAC, ANIF, entre otros) sus tanques de pensamiento, partidos políticos e instituciones estatales

[2] Los datos utilizados se deducen del: Reporte de Mercado Laboral no 33 presentado por el Banco de la Republica para enero del 2025 y de diferentes boletines técnicos sobre mercado laboral y pobreza monetaria del DANE para el ultimo trimestre del 2024.